Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas.La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.
Muerte de un Andrillo
Jimbo...
DOGVILLE
Otro día de lluvia.
Nunca he podido dormir las noches de lluvia. Desde que tengo uso de razón me ha resultado imposible cerrar los ojos. Disfrutar de ese momento en que te dejas llevar y pierdes la noción del tiempo al llegar a tu mundo. Tu mundo de sueños, ese en el que no hace falta aspirar a nada porque ya eres quien quieres. O no. A veces, muchas veces, eres un monigote en medio de Madrid... o Barcelona, París, Londres, Berlín. Qué más da. En medio de algún sitio hostil que no conoces. Al menos ese es tu sitio por esa noche y es tuyo, de nadie más.
El sonido del agua golpeando el cristal de mi ventana, el viento que empeñado en hacerse escuchar azota los arboles de la calle. En ese momento, con los ojos abiertos sin remedio, el mundo se entromete en mis sueños. Obligado a permanecer en vela durante horas miro al techo, miro alrededor, al armario de luna, ojeo un libro. Tan cansado estoy que ya en las primeras letras se me cierran los ojos. Dejo el libro sobre la mesilla ya no puedo volver a cerrarlos.
Mi estómago decide que es hora de protestar. Una bocanada de ácido me viene a la boca. Con una llama que me sube por el pecho doy por perdida la batalla. Salgo de la cama, son las cuatro. No he dormido y me duele todo el cuerpo, mis entrañas arden mientras los jugos gástricos campan a sus anchas dentro de mí.
Me asomo a la ventana y puedo ver entre las gotas que impactan contra el cristal que los árboles de la calle cimbrean a merced del viento. Observo pasar a un grupo de chavales. A pesar de la noche de perros tienen ánimo de andar de aquí para allá. Deambulo por la casa hasta que despunta el alba. Suena el despertador, otro día de lluvia.
El sonido del agua golpeando el cristal de mi ventana, el viento que empeñado en hacerse escuchar azota los arboles de la calle. En ese momento, con los ojos abiertos sin remedio, el mundo se entromete en mis sueños. Obligado a permanecer en vela durante horas miro al techo, miro alrededor, al armario de luna, ojeo un libro. Tan cansado estoy que ya en las primeras letras se me cierran los ojos. Dejo el libro sobre la mesilla ya no puedo volver a cerrarlos.
Mi estómago decide que es hora de protestar. Una bocanada de ácido me viene a la boca. Con una llama que me sube por el pecho doy por perdida la batalla. Salgo de la cama, son las cuatro. No he dormido y me duele todo el cuerpo, mis entrañas arden mientras los jugos gástricos campan a sus anchas dentro de mí.
Me asomo a la ventana y puedo ver entre las gotas que impactan contra el cristal que los árboles de la calle cimbrean a merced del viento. Observo pasar a un grupo de chavales. A pesar de la noche de perros tienen ánimo de andar de aquí para allá. Deambulo por la casa hasta que despunta el alba. Suena el despertador, otro día de lluvia.
De amor y de calle...
Debemos dar las gracias a Roberto Iniesta, componente de Extremoduro, por ofrecernos tantos ratos de disfrute con sus letras. Ahí van un par que son de las que más nos gustan.
Paso las horas sin comer,
pinto la vida sin papel,
vuelo en el aire sin motor.
Primero rompo el corazón,
de un mundo que no puedes ver.
luego me vuelvo a mi rincón
encerrado en mi habitación,
creo que ya salgo
me cargué de un cabezazo la pared.
Me levanté hasta los huevos de vivir
te vi pasar y ahora ya vuelvo a sonreír.
Pasar querría el día junto a ti
Hoy me soñé al despertar que te follaba sin parar
siempre lo mismo y desperté,
ya no me vuelvo a masturbar.
Y así me paso el día entero, o estoy mejor que bien
y tengo el mundo entero a mis pies.
O tengo dentro mil infiernos,
y se me cae la piel a cachos,
y a veces pierdo
y a veces pierdo la razón.
Me levanté, hasta los huevos....
Arrancada, pobre flor,
sólo buscaba algo mejor.
desgarrada,
sin amor,
nunca vendió su corazón.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
engañados,
no sé por qué,
yo me lo creo y tú también.
qué bonito,
qué ilusión,
cómo me duele este ulcerón.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
mis ventanas muros son:
ni tengo puertas ni balcón.
no te pares a oír mi voz,
voy derechito a un paredón.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
pinto la vida sin papel,
vuelo en el aire sin motor.
Primero rompo el corazón,
de un mundo que no puedes ver.
luego me vuelvo a mi rincón
encerrado en mi habitación,
creo que ya salgo
me cargué de un cabezazo la pared.
Me levanté hasta los huevos de vivir
te vi pasar y ahora ya vuelvo a sonreír.
Pasar querría el día junto a ti
Hoy me soñé al despertar que te follaba sin parar
siempre lo mismo y desperté,
ya no me vuelvo a masturbar.
Y así me paso el día entero, o estoy mejor que bien
y tengo el mundo entero a mis pies.
O tengo dentro mil infiernos,
y se me cae la piel a cachos,
y a veces pierdo
y a veces pierdo la razón.
Me levanté, hasta los huevos....
Arrancada, pobre flor,
sólo buscaba algo mejor.
desgarrada,
sin amor,
nunca vendió su corazón.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
engañados,
no sé por qué,
yo me lo creo y tú también.
qué bonito,
qué ilusión,
cómo me duele este ulcerón.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
mis ventanas muros son:
ni tengo puertas ni balcón.
no te pares a oír mi voz,
voy derechito a un paredón.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
de una patada rompo el sol.
Dos extraños
Era un día de esos de finales de otoño. El cielo, de color gris plomizo, estaba encapotado. La poca luz que conseguía abrirse paso entre las nubes apenas arrancaba alguna sombra. Por la calle se veían hombres enfundados en abrigos grises y con paraguas negros en la mano. Los hombros encogidos por el frío y el paso rápido. Las mujeres no daban el toque de color que suelen dar en primavera con los vestidos cortos y coloridos, no, iban y venían con prisa. Saltaban los charcos dando pequeños saltitos, algo acrobáticos debido a los zapatos de tacón que estaban tan de moda.
Llego a casa y la encontró enfrascada en algún quehacer en la cocina. - Hola cariño - Nada, ninguna respuesta. Se daba cuenta de que seguía llamándola cariño por la fuerza de la costumbre. Llamarla por su nombre le habría resultado extraño. Se dirigió a su cuarto, donde ya sólo compartían cama dos extraños. Tomó la maleta en la que había guardado algunas cosas, las imprescindibles y salió por la puerta. - Adiós cariño, suerte... - Nada, ninguna respuesta.
Ya en la calle, caminando hacia otro destino, se dio cuenta de que muy lejos, donde apenas llegaba la vista, entre las nubes. Un pequeñísimo rayo de luz comenzó a iluminar las hojas que se llevaba el viento.
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